Una llave de cañón era una llave de chispa que disparaba un cañón. Fueron una importante innovación en la artillería naval, siendo empleadas por vez primera por la Royal Navy en 1745. Su empleo se extendió lentamente, ya que no podían adaptarse a viejos cañones (la Armada francesa no las había adoptado de forma general para la Batalla de Trafalgar, en 1805)
El anterior sistema para disparar un cañón consistía en acercar un portamechas (un palo de madera que sostiene una larga mecha lenta encendida en un extremo) al oído del cañón, que estaba lleno de pólvora fina suelta. Esto era peligroso e imposibilitaba disparar con precisión desde un barco en movimiento, ya que se debía disparar el cañón desde sus lados para evitar su retroceso y había una considerable demora entre el acercamiento del portamechas y el disparo del cañón.
La llave de cañón era accionada al jalar una cuerda o acollador. El artillero-jefe podía estar detrás del cañón, a resguardo del alcance de su retroceso y apuntarlo, disparándolo cuando el balanceo del barco alineaba el cañón con el barco enemigo y evitando así que la bala impacte en el mar o vuele muy por encima de la cubierta del enemigo. La recarga del cañón era más rápida y segura, ya que la llave de cañón no usaba pólvora fina suelta. La carga propulsora era encendida por un canuto lleno de pólvora fina que era insertado en el oído del cañón durante la recarga y perforaba el saquete de la carga propulsora.
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